A continuación, es hora de preparar tu piel para la base. Un primer matificante ayudará a suavizar los poros y las imperfecciones, creando una base suave para tu maquillaje. Si tu maquillaje tiene una textura líquida o de gel, aplica puntos pequeños de producto en tus mejillas, cara y mentón antes de esparcirlo con una esponja para un acabado rápido y uniforme.
Paso 3: Corrección puntual
Si tienes problemas con el enrojecimiento o las ojeras, aplica el corrector sobre la base para mejorar las áreas problemáticas específicas. Para lograr un acabado impecable, difúndelo con una esponja o el dedo meñique, y utiliza un cepillo para disimular cualquier imperfección o mancha.
Paso 4: polvo, polvo
Finalmente, utiliza un polvo para asegurarte de que tu maquillaje permanezca en su lugar todo el día. Los polvos prensados son ideales para enfocarse en áreas específicas propensas a la grasa, mientras que los polvos minerales se pueden desempolvar para garantizar que tu base no se mueva. No omitas este paso si estás buscando evitar retoques durante el día. Unos toques de lápiz labial y un poco de máscara, y ahí tienes: ¡cinco minutos perfectos!
Olvidemos el acné, los granos, los poros dilatados y las pequeñas marcas y cicatrices… La opinión de nuestros expertos es unánime, ¡el maquillaje corrector puede hacer desaparecer todo esto!
Esta clase de maquillaje está pensada específicamente para la limpieza de poros, ideal para todas aquellas que sufren de acné o piel sensible. Descubre cómo estos productos difieren del maquillaje convencional.
Los cutis grasos suelen hacer que el maquillaje dure menos tiempo y se agriete con mayor facilidad. Además, el brillo que produce el exceso de sebo hace que la piel luzca un aspecto oleoso poco favorecedor. Por eso te acercamos algunos consejos para disfrutar de un maquillaje impecable todo el día.