¿Buscas una rutina rápida para esas mañanas en las que solo tienes cinco minutos? ¡Nuestra sencilla rutina de maquillaje de cuatro pasos te da la receta!
Paso 1: Prepara tu piel
Tan pronto como salgas de la cama, tu primer instinto debería ser limpiar tu cara. Eliminar las impurezas y el exceso de aceite es crucial para garantizar que tu base se deslice sin problemas, así que no te saltes este paso. Si tienes acné, opta por un limpiador en gel refrescante enriquecido con activos contra las manchas, como el ácido salicílico. Aplica tu crema de día (idealmente una con protección solar sobre 25) y deja que se absorba antes del siguiente paso.
Paso 2: una base perfecta
A continuación, es hora de preparar tu piel para la base. Un primer matificante ayudará a suavizar los poros y las imperfecciones, creando una base suave para tu maquillaje. Si tu maquillaje tiene una textura líquida o de gel, aplica puntos pequeños de producto en tus mejillas, frente cara y mentón antes de esparcirlo con una esponja para un acabado rápido y uniforme.
Paso 3: Corrección puntual
Si tienes enrojecimiento u ojeras, aplica el corrector sobre la base para mejorar estas áreas específicas. Para lograr un acabado impecable, difúndelo con una esponja o el dedo meñique, y utiliza un cepillo para disimular cualquier imperfección o mancha.
Paso 4: polvo, polvo
Finalmente, utiliza un polvo para asegurarte de que tu maquillaje permanezca en su lugar todo el día. Los polvos prensados son ideales para enfocarse en áreas específicas propensas a la grasa, mientras que los polvos minerales se pueden desempolvar para garantizar que tu base no se mueva. No omitas este paso si estás buscando evitar retoques durante el día. Unos toques de lápiz labial y un poco de máscara, y ahí tienes: ¡cinco minutos perfectos!